Neptuno está algo inquieto. Anoche tuve que apaciguarlo, pues no encontraba tranquilidad. Sus ladridos nerviosos indican algo que no acierto a comprender. Compañero mío en tantas correrías, no me extraña que te encuentres raro en un espacio tan reducido.
Neptuno parece más tranquilo, y les ladra desde detrás del cristal de la parte superior mientras ellas, ajenas, revolotean a su antojo.
6 de enero - Anoche oí ruidos extraños. Al principio me pareció el ulular del viento que se levantó al atardecer, y apenas si le presté atención. Es curioso cómo la soledad hace que sintamos cosas que antes ni nos percatábamos de ellas. Por un momento sentí que alguien me llamaba por mi nombre y la inquietud de Neptuno me hizo sentir, no miedo, pero sí un respeto temeroso ante mi soledad. No me gustaría perder la razón mientras escribo mi libro.
7 de enero - Ayer avancé en la escritura de mi libro. Una vez realizadas las labores elementales de mantenimiento y limpieza del faro, me dediqué con tal ahínco a escribir que me olvidé por completo de comer. Los ladridos del perro me sacaron de mi vorágine creadora y al atardecer preparé algo de comer para ambos y abrí una botella de vino, único lujo que me permití traer a este lugar.
Ahora estoy sintiendo un extraño ruido, como de unos goznes metálicos que se abren, chirriando, tras mucho tiempo de estar cerrados. Siento pasos por la escalera que viene del sótano, y un olor intenso a mar, tan intenso que parece que está invadiendo un sargazo mi estancia.........
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NOTA: A la Comandancia de Marina. Servicio de Contratación de Personal de Mantenimiento de Señalización Marina.:
Yo, José Alfredo de la Gándara y Morlote, capitán de la balandra que presta servicio de abastecimiento al Faro, les hago entrega del diario del último farero contratado para que lo hagan llegar a quien corresponda.
Al regresar el día 15 de Enero al Faro, con el abastecimiento quincenal, no hemos encontrado ni rastro del citado empleado, ni de un perro que lo acompañaba cuando lo desembarcamos.
Tuvimos que forzar la puerta de entrada, encontrándola cerrada por dentro con todos sus cerrojos, y tras una búsqueda infructuosa, solo hallamos este diario a medio terminar encima de la mesa de la estancia principal.
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